Pubertad y estrA�s en la edad adulta
El entorno de los primeros aA�os de vida puede determinar la forma de responder al estrA�s en la edad adulta, segA?n Lourdes FaA�anA?s, investigadora del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona y del Centro de InvestigaciA?n BiomA�dica en Red de Salud mental (CIBERSAM), del Instituto de Salud Carlos III.
«Aunque los primeros dA�as de vida de una persona parezcan intrascendentes, el pequeA�o estA? expuesto a un ambiente que, cuando entra en interacciA?n con los genes heredados tanto de su padre como de su madre, define aspectos de su funcionamiento biolA?gico en muchos rasgos del temperamento. A su vez, estos rasgos temperamentales que nos caracterizan, nos llevan a buscar ambientes determinados o a provocar situaciones o conductas particulares en los demA?s. Este A?ltimo fenA?meno es denominado por los especialistas ambiente evocado, y condicionarA? muchas situaciones o sucesos en nuestras vidas», ha asegurado.
De la misma forma, cuando uno se expone a ciertas situaciones de estrA�s, el organismo responde de manera especA�fica en cada uno, lo cual suele relacionarse con una conducta concreta y, a veces, con el desarrollo de una enfermedad. Este A?ltimo fenA?meno es denominado por los especialistas «interacciA?n gen-ambiente» y puede depender tanto de los genes del sujeto, como de las experiencias vividas muy tempranamente y que pueden quedar fijadas en el ADN por mecanismos llamados epigenA�ticos, capaces de modificar la expresiA?n de los genes sin cambiar la secuencia del ADN.
De hecho, FaA�anA?s trabaja en varios estudios destinados a comprender estos complejos mecanismos que parecen explicar una parte importante de las caracterA�sticas mA?s complejas de los seres humanos, incluidas distintas patologA�as mentales.
En su opiniA?n, «nuestros genes contribuyen a hacernos ver el mundo que nos rodea de una manera determinada en cada individuo, con pequeA�os matices que nos hacen diferentes, por ejemplo, respondiendo a circunstancias de peligro aparentemente similares. Esto es asA�, porque nuestro cerebro percibe el peligro de manera muy rA?pida y , en gran medida, influenciado por algunos rasgos biolA?gicos que dependen de la constituciA?n genA�tica de cada uno de nosotros. AdemA?s, la evoluciA?n nos ha hecho genA�ticamente sensibles al ambiente para que podamos integrar la informaciA?n esencial de nuestro medio social e identificar adecuadamente tanto el peligro, como las situaciones ventajosas o de protecciA?n»..
Y es que, prosigue, es tan importante el ambiente que durante la infancia, las personas suelen ser capaces de proteger al niA�o de manera innata, evitando que estA� expuesto a situaciones que puedan resultar perjudiciales para A�l y dejando una huella biolA?gica, «epigenA�tica», que lo sensibilizarA? para responder al ambiente posterior.
El ejemplo «mA?s claro» es, a juicio de esta investigadora, el caso de las drogas, donde existe una influencia de los genes de cada persona a la hora de buscar o evitar el contacto con determinadas sustancias.
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