Denuncian a las azucareras
Un estudio liderado por el profesor Stanton Glantz, de la Universidad de California y publicado en ‘JAMA Internal Medicine’, concluye que en los aA�os sesenta las azucareras pagaron investigaciones para culpar a las grasas de la apariciA?n de enfermedades coronarias. Los investigadores accedieron a documentos internos de la FundaciA?n de InvestigaciA?n del AzA?car (SRF, por sus siglas en inglA�s), actualmente denominada AsociaciA?n del AzA?car.
Los papeles incluA�an conversaciones entre la organizaciA?n y un profesor de NutriciA?n de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y que, en la dA�cada de los 60, fue codirector del primer programa de investigaciA?n de la enfermedad coronaria de la fundaciA?n.
Precisamente, en el aA�o 1965 la SRF comenzA? una investigaciA?n sobre enfermedades coronarias que dos aA�os mA?s tardes fue publicada en ‘The New England Journal of Medicine’. El estudio se centrA? en la grasa y el colesterol de la dieta como causas de las enfermedades coronarias, minimizando la idea de que el consumo de azA?car fuera un factor de riesgo.
Ahora bien, a pesar de que el trA?fico de influencias descubierto se remonta a hace casi 50 aA�os, los investigadores de la Universidad de California han comprobado que los informes mA?s recientes indican que la industria alimentaria ha seguido influyendo en estudios sobre nutriciA?n.
«Este balance histA?rico de los esfuerzos de la industria demuestra la importancia de contar con opiniones escritas por personas sin conflictos de interA�s y con transparencia en la informaciA?n financiera», han aseverado los autores, quienes apuntan cA?mo esa misma revista ha requerido desde 1984 que los autores revelen cualquier tipo de interA�s.
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No obstante, los investigadores han reconocido que no hay pruebas directas de que la industria azucarera escribiera o cambiara la revisiA?n de la revista. De hecho, los papeles y documentos utilizados en la investigaciA?n sA?lo proporcionan una «pequeA�a visiA?n» de las actividades de la asociaciA?n industrial, y no se ha analizado el papel de otras organizaciones, como las industrias alimentarias-.
Finalmente, y en un comentario relacionado, publicado en la misma revista, la doctora en medicina de la Universidad de Nueva York (EEUU), Marion Nestle, ha avisado del «gran daA�o» que puede suponer este tipo de hallazgos para la credibilidad de la comunidad cientA�fica.
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