La evoluciA?n cerebral se esconde detrA?s del origen de la enfermedad de Alzheimer
Febrero 2013.- Un nuevo estudio, liderado por Emiliano Bruner, del Centro Nacional de InvestigaciA?n sobre la EvoluciA?n Humana (CENIEH), y Heidi Jacobs, neurosicA?loga del Instituto alemA?n de Neurociencia y Medicina de JA?lich, propone un marco evolutivo al origen de la enfermedad de Alzheimer.
El trabajo, publicado en la revista Journal of Alzheimera��s Disease, sugiere que la sensibilidad al proceso neurodegenerativo serA�a el precio que tenemos que pagar los Homo sapiens para tener las capacidades cognitivas peculiares de nuestra especie.
De acuerdo con la hipA?tesis formulada en este artA�culo, dicha sensibilidad al proceso neurodegenerativo del alzhA�imer es la consecuencia secundaria de la especializaciA?n y de la complejidad metabA?lica de nuestras A?reas parietales.
a�?De hecho, en las primera fases de esta enfermedad se observa un dA�ficit metabA?lico, es decir en la gestiA?n de la energA�a, de estas misma A?reas que caracterizan el origen de nuestra especiea�?, explica Bruner.
Se supone que la evoluciA?n de las A?reas parietales se relaciona con las capacidades cognitivas. En este sentido, el registro fA?sil y paleoneurolA?gico muestra que nuestra especie se caracteriza en geometrA�a cerebral por una marcada reorganizaciA?n de dichas A?reas y quizA?s de su sistema vascular.
Estos procesos de crecimiento y desarrollo que llevan a estos cambios cerebrales estA?n ausentes en los simios antropomorfos, asA� como en homA�nidos con gran volumen cerebral como los neandertales. AdemA?s, en los tejidos neurales, en la corteza parietal profunda, los humanos tenemos A?reas que tampoco se encuentran en los otros primates.
El precio de nuestra inteligencia
Por tanto, este desarrollo de las capacidades cognitivas del Homo sapiens puede que haya conllevado una mayor sensibilidad a defectos metabA?licos: balance energA�tico, toxinas, gestiA?n del calor, etc. Y como seA�ala Bruner, el precio que tendrA�amos que pagar por disfrutar de nuestras capacidades peculiares.
El Alzheimer sA?lo se conoce en nuestra propia especie. Bruner concluye que el silencioso filtro de la selecciA?n natural sA?lo reconoce las ventajas cognitivas y ninguna de sus desventajas, ya que al afectar a edades tardA�as, este ‘efecto secundario’ no influye sobre las capacidades reproductivas del individuo.
Los autores no plantean directamente una cura para una patologA�a como el alzhA�imer, pero puede ofrecer una interpretaciA?n diferente de sus causas, acercA?ndose a sus mecanismos no desde su situaciA?n presente, sino desde su pasado.
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