Las personas que padecen un trastorno adictivo, sufren ademA?s, estigma
La adicciA?n es una enfermedad del cerebro que puede padecer cualquier persona. En ella interfieren multitud de factores, algunos de carA?cter mA?s biolA?gico, pero tambiA�n con una importante repercusiA?n psicolA?gica y unas consecuencias graves a nivel social.
Uno de los problemas mA?s comunes que nos encontramos en la sociedad a la hora de entender las adicciones es la falta de comprensiA?n y el rechazo, al no comprender que se trata de enfermos con los mismos derechos a ser atendidos como cualquier persona que sufra otro tipo de enfermedad.
Durante dA�cadas se ha estado hablando de romper el estigma en multitud de enfermedades, sobretodo, en aquella de carA?cter mental como esquizofrenia, psicosis, depresiA?n, etc. Son muchos los estudios de investigaciA?n realizados tambiA�n sobre personas enfermas de SIDA o Hepatitis, sin embargo, el nA?mero de publicaciones que hablan del estigma que sufre la persona con trastorno adictivo es muy reducido. La realidad, sin embargo, es muy diferente. Sociedades CientA�ficas y asociaciones de pacientes se esfuerzan en transmitir esa imagen de normalidad a la hora de enfrentarse a una enfermedad que tiene un tratamiento especializado, que resulta eficaz cuando el enfermo sigue las instrucciones de los profesionales que le atienden.
El estigma tiene el potencial de impactar de forma negativa en diferentes parcelas de la vida, como el empleo, la vivienda o las relaciones sociales. El estigma afecta a muchos niveles incluida una pobre salud mental y una debilitada salud fA�sica. Implica un retraso en la puesta en tratamiento, en la recuperaciA?n y en los procesos de reinserciA?n. TambiA�n aumenta las posibilidades de verse implicado en comportamientos de riego. Muchos estudios han demostrado que el estigma es una barrera significativa para acceder a los servicios de salud y a los servicios de tratamiento por consumo de alcohol o drogas.
La gran mayorA�a de las personas con problemas de adicciA?n sufren el rechazo social y son discriminados y estigmatizados. Algunos de ellos sufren pobreza, aunque no hay una necesaria relaciA?n entre sufrir estigma y sufrir pobreza o padecer algA?n otro tipo de desigualdad social. En los paA�ses desarrollados se promociona el alcohol asociado con aspectos positivos, actividades de prestigio y estatus social. Mientras la sociedad promueve el consumo de bebidas alcohA?licas, una vez desarrollada la adicciA?n al alcohol, es esa misma sociedad la que aparta y rechaza a la persona que la sufre.
Los recursos asistenciales para atender a estas personas tambiA�n suelen estar impregnados por los mismos prejuicios que refuerzan este estigma. Muchos hospitales no disponen ni de una unidad o un equipo de profesionales especializados en el tratamiento de la adicciA?n al alcohol y las drogas. Los centros especializados se sitA?an en lugares apartados de los hospitales u otros centros de salud. Se alejan asA� de la normalizaciA?n de una enfermedad que sigue estando mal vista. Los medicamentos para el tratamiento de la adicciA?n al tabaco no estA?n financiados por el servicio nacional de salud y los utilizados para el tratamiento de otras adicciones sA?lo reciben una financiaciA?n parcial, cuando deberA�an ser totalmente financiados; cuando en realidad el precio de estos medicamentos es bajo y muchA�simo menor que el de otros, como los que se utilizan para el tratamiento de la hepatitis, el sida o los accidentes vasculares cerebrales.
Las administraciones en general no tienen en cuenta que es muy rentable invertir en polA�ticas de alcohol eficaces y tambiA�n en el tratamiento especializado de los trastornos adictivos. De hecho, el enorme gasto sanitario que se produce como consecuencia de las enfermedades adictivas se podrA�a reducir sustancialmente si se aplicaran las polA�ticas de alcohol que han demostrado ser eficaces para reducir su consumo excesivo y tambiA�n si las personas que sufren una adicciA?n siguieran un tratamiento especializado, desde las primeras fases de su enfermedad adictiva, lo cual evitarA�a su cronificaciA?n y tambiA�n las mA?ltiples y graves consecuencias mA�dicas, psiquiA?tricas, laborales, familiares, sociales y legales. Consecuencias negativas que no sA?lo afectan a la persona enferma de adicciA?n sino tambiA�n -de manera indirecta- a las personas que conviven con A�l o ella y a toda la sociedad en general.
Muchas personas desconocen que el ahorro que podrA�a producirse al invertir en polA�ticas de alcohol y drogas eficaces es mucho mayor que el coste sanitario y social de multitud de enfermedades derivadas las conductas adictivas.
Todas las dimensiones sociales, asistenciales, las polA�ticas de prevenciA?n y tratamiento y los recursos administrativos, estA?n impregnadas de los prejuicios y el desconocimiento de la enfermedad adictiva, los cuales conducen al estigma de los enfermos adictos.
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