Rugby y cerebro
ExA?menes de imA?genes cerebrales realizados a jugadores de fA?tbol americano de la escuela secundaria (de 14 a 18 aA�os) despuA�s de una A?nica temporada, han revelado la presencia de cambios en la materia gris y blanca que se correlacionaron con episodios de impactos en la cabeza, segA?n concluye un nuevo estudio. «Es importante entender los posibles cambios que suceden en el cerebro de los jA?venes relacionados con los deportes de contacto -dice la directora de este anA?lisis, Elizabeth Moody Davenport, investigadora postdoctoral en el Centro MA�dico UT Southwestern en Dallas, Estados Unidos–. Sabemos que algunos jugadores de fA?tbol profesional sufren un serio trastorno llamado encefalopatA�a traumA?tica crA?nica. Estamos tratando de averiguar cuA?ndo y cA?mo se inicia ese proceso para poder continuar con el deporte como una actividad saludable para millones de niA�os y adolescentes».
El estudio incluyA? a 24 jugadores de un equipo de fA?tbol de la escuela secundaria en Carolina del Norte, Estados Unidos. Se colocA? a cada uno de ellos un casco equipado con el Sistema de TelemetrA�a de Impacto en la Cabeza durante todos los entrenamientos y los partidos jugados. Los cascos estaban forrados con seis acelerA?metros, o sensores, que miden la magnitud, ubicaciA?n y direcciA?n de un golpe y luego se pueden descargar los datos registrados en un ordenador para su anA?lisis.
«Vimos cambios en el cerebro de estos jA?venes jugadores tanto en imA?genes estructurales como funcionales despuA�s de una sola temporada de fA?tbol», destaca Davenport. Se tomaron imA?genes de cada jugador antes y despuA�s de la temporada mediante una resonancia magnA�tica especializada, en la que se extraen datos de imA?genes de su tensor de difusiA?n y difusiA?n por kurtosis (DKI, por sus siglas en inglA�s) para medir la integridad de la sustancia blanca del cerebro, y una magnetoencefalografA�a , que registra y analiza los campos magnA�ticos producidos por las ondas cerebrales.
La imagen de difusiA?n puede medir los cambios estructurales de la sustancia blanca en el cerebro y MEG evalA?a los cambios en la funciA?n. «Se puede emplear MEG para medir ondas delta en el cerebro, que son un tipo de seA�al de socorro -explica Davenport–. Las ondas delta representan la actividad de las ondas lentas que aumenta despuA�s de las lesiones cerebrales. Las ondas delta que vimos provenA�an de la superficie del cerebro, mientras que las imA?genes de difusiA?n es una medida de la sustancia blanca mA?s profunda en el cerebro».
El equipo de investigaciA?n calculA? el cambio entre las imA?genes de antes y despuA�s de la temporada de fA?tbol y midiA? las anormalidades observadas en la imagen de difusiA?n y el incremento anormal de la actividad de la onda delta en la MEG. Se combinaron los resultados de las imA?genes con los datos de impacto especA�ficos del jugador recogidos con HITS. Ninguno de los 24 jugadores fue diagnosticado con una conmociA?n cerebral durante el estudio.
Los jugadores que sufrieron mA?s impactos en la cabeza registraron el mayor cambio en la imagen de difusiA?n y las mediciones en MEG. «Los cambios en las medidas de la imagen de difusiA?n se correlacionaron mA?s con la aceleraciA?n lineal, similar al impacto de un accidente automovilA�stico -pone como ejemplo Davenport–. Los cambios de MEG se asociaron mA?s con el impacto de rotaciA?n, como el de un puA�etazo de un boxeador. Estos resultados demuestran que se necesitan ambas medidas para evaluar la exposiciA?n al impacto porque se correlacionan con procesos biomecA?nicos muy diferentes».
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