NeurologA�a del amor
Desde hace tiempo, los neurocientA�ficos conocen que el cerebro femenino funciona mejor para ciertas actividades y el masculino para otras. Al principio lo detectaron los maestros en los niA�os de la escuela, despuA�s los mA�dicos y los neuropsicA?logos y, en las A?ltimas dA�cadas, los modernos mA�todos de exploraciA?n del cerebro. Estos A?ltimos pueden ser de imagen morfolA?gica, como la resonancia magnA�tica habitual, o instrumentos que nos dan, en imagen o con grA?ficos y nA?meros, la funciA?n de las distintas A?reas y circuitos del cerebro. Los estudios funcionales pueden emplear la moderna electroencefalografA�a, la magnetoencefalografA�a, la resonancia funcional y la tomografA�a por emisiA?n de positrones o PET.A� Por tanto, esta vez en la cogniciA?n, podemos volver a hablar de sexo-diferencias, para las observaciones psicopedagA?gicas, clA�nicas y funcionales, y de sexo-dimorfismos para los hallazgos por autopsias y por resonancia magnA�tica.
AsA�, son muchas las investigaciones que han permitido saber que funciona antes el cerebro izquierdo en la mujer, el del lenguaje, y en el hombre el cerebro derecho, el espacial. Las niA�as suelen tener el cerebro izquierdo activo a los 2 aA�os y el de los niA�os debe esperar hasta los 5. Los niA�os tardan 2 aA�os mA?s que las niA�as en establecer su preferencia manual. De ahA� que las niA�as aprendan a hablar y a escribir antes y mejor que los niA�os, asA� como que en ellas se den menos los trastornos dislA�xicos que en los niA�os. LA?gicamente hay excepciones. Todo esto aparece en el libro a�?Cerebro de hombre, cerebro de mujera�?, del profesor Hugo LiaA�o, editado varias veces por el A�xito que tuvo en su momento. Ahora vuelve, tambiA�n de la mano con Ediciones B, con una nueva obra a�?El conflicto de los sexosa�?, escrita en clave divulgativa, muy atrayente para profanos en la materia, el subtA�tulo de a�?cerebros en luchaa�? que avanza al lector, A?vido de un conocimiento cientA�fico muy bien explicado, las diferencias entre los sexos en capacidades intelectuales, emocionales, de aprendizaje y de atenciA?n, asA� como de preferencias estA�ticas.
En opiniA?n del profesor LiaA�o a�?con ser necesarias las diferencias entre los sexos para propiciar los conflictos, no son suficientes. Diferencias las hubo siempre y los enfrentamientos y problemas nunca fueron tantos ni de tanta dimensiA?n, si bien tampoco podrA�an ser divulgados como ahoraa�?.
En definitiva, un libro delicioso, donde el rigor no estA? reA�ido con el interA�s de su lectura. Su autor ha dirigido durante dA�cadas el Servicio de NeurologA�a del hospital Puerta de Hierro, de Madrid, y ahora asesora cientA�ficamente a la Unidad de Neuro rehabilitaciA?n del hospital Los MadroA�os y es miembro del ComitA� cientA�fico de BIOTECH MAGAZINE
Publicamos a continuaciA?n un capitulo de este libro:
a�?El tA�rmino a�?enamorarsea�? implica una inmersiA?n en amor, y en varias lenguas contiene el concepto de a�?hundirse, precipitarse o caer ena��a�?. Se dice en inglA�s fall in love y en francA�s tombeur o rendre amoureux. De algA?n modo es caer en una trampa, quedar atrapado, y, por tanto, el que se enamora es cogido por sorpresa y el amor es irresistible y no se puede luchar contra el amor.
El enamoramiento es una pasiA?n y representa el paradigma del predominio cerebral de la emociA?n sobre la razA?n. Aparentemente el amor es del todo irracional, salvo que a��como algunos opinan- estA� al servicio de una razA?n biolA?gica que consiga, mediante esta treta de irracionalidad, diversificar o maximizar las posibilidades de mezcla de los seres humanos. E insisto en que el amor no sabe de razonamientos, porque es de todos sabido que la persona enamorada hace caso omiso de su propio juicio y de los consejos que le advierten, en algunas ocasiones, sobre la inconveniencia de emprender el amor con la persona de quien se ha enamorado.
Enamorarse es algo mA?s que el impulso de la orientaciA?n sexual, si bien la uniA?n sexual es un permanente deseo y objetivo de los enamorados, que pretenden fundirse en uno solo a travA�s de la cA?pula sexual. El mito de buscar su otra mitad, su a�?media naranjaa�? decimos en espaA�ol, viene desde la antigA?edad. La cultura grecolatina de los mitos nos trae en el Simposio de PlatA?n, aquellos seres duplicados, a los que Zeus mandA? cortar por la mitad; cada uno de ellos, mujer, hombre o andrA?gino, buscaba sin cesar su otra mitad, para fundirse en un amor hetero u homosexual.
El amor a�?romA?nticoa�? incorpora el deseo fA�sico o sexual, y, obviamente, A�ste existe a menudo sin aquel. Por otra parte, hay otro amor, igual o mA?s poderoso, pero diferente: el amor a�?maternoa�? o de los padres por sus criaturas, que encierra otros matices de cariA�o y afecto. Todos ellos usan de A?reas y zonas cerebrales, en parte comunes y en parte distintas.
El enamoramiento es patrimonio humano y consecuencia evolucionista de su paso de primate antropoide a homA�nido, y de la adopciA?n del bipedismo, como ya expliquA� en un apartado anterior. La hembra del primate no humano, por ejemplo del mandril, es receptiva para cualquier macho y sA?lo durante la A�poca del estro; el estA�mulo lo percibe el macho especialmente por el olor y la proximidad de los genitales tumefactos de la hembra a su cara. El homA�nido hizo del bipedismo la herramienta que desarrollA? su cerebro, su capacidad de manipular, y la que modificA? su conducta sexual. El bA�pedo humano se protegiA? los genitales externos, la hembra los dejA? ocultos entre las ingles, y pasA? a ser receptiva en cualquier momento en el que sintiera una atracciA?n interesante y con bastante independencia de su fase hormonal. A?QuA� sucediA?? Los atributos sexuales se fueron haciendo menos explA�citos o se trasladaron; el interA�s para el macho pasA? de la vulva a la boca, de la visiA?n directa a la percepciA?n del abultamiento de las mamas y las nalgas bajo la ropa y, al final, el movimiento, el encanto de la voz, la mirada, el rostro fueron el objeto de interA�s sexual. Esto permitiA? una infinita variaciA?n de siluetas mA?viles,A� rostros, lenguajes, inteligencias y, en fin, asA� se pasA? del puro instinto sexual al enamoramiento del que ahora nos ocupamos. Y, a la inversa, el atractivo masculino dejA? de ser exclusivamente el poderA�o fA�sico sobre otros machos y el procurador de alimento y de protecciA?n, como era para la hembra del antropoide, y tambiA�n se centrA? en su nueva estA�tica de bA�pedo y en su inteligencia.
El enamoramiento se inicia, sobre todo, tras la informaciA?n visual, de modo que ver el rostro del objeto de nuestro amor activa el a�?cerebro emocionala�? y, si se cae en el amor, o sea se enamora, pronto se incorpora el deseo de unirse fA�sicamente.
Hay varias A?reas de la corteza cerebral y zonas subcorticales del cerebro que se activan con el enamoramiento. En realidad son agrupaciones celulares y conexiones que estA?n implicadas en las emociones y los afectos de todo tipo. Las A?reas son: la parte medial del lA?bulo de la A�nsula, la corteza cingular anterior y la circunvoluciA?n del hipocampo. Los nA?cleos subcorticales son el estriado y el accumbens. En definitiva todas estas estructuras pertenecen al llamado sistema lA�mbico, muy implicado en la inteligencia emocional, el aprendizaje y la memoria de fijaciA?n. Estas regiones cerebrales proporcionan una a�?recompensaa�? al enamorado correspondido y le producen alegrA�a, euforia y felicidad casi insoportable. Pero, no olvidemos que son las mismas que ahogan de ansiedad a los enamorados que estA?n apartados entre sA� y las que a�?castigarA�ana�? con tristeza y angustia al enamorado frustrado.
Las estructuras mencionadas, que se activan en el enamoramiento, estA?n muy conectadas con otras A?reas cerebrales, como ciertas partes del lA?bulo frontal, del parietal y del temporal. Las del lA?bulo frontal acomodan nuestra conducta, planifican nuestras tareas, nos permiten mantener inhibidas ciertas tendencias violentas o primarias y, entre otras muchas mA?s funciones, comparan una informaciA?n nueva con la memoria de experiencias precedentes. Las porciones posteriores de los lA?bulos parietales y temporales son A?reas asociativas, de enjuiciamiento, pensamiento, de funciones cognitivas o a�?intelectualesa�? en definitiva. En la parte mA?s anterior e interna del lA?bulo temporal hay un abultamiento, llamado amA�gdala, muy vinculado a la memoria y al miedo.
El enamoramiento activa, de forma precoz e intensa, al hipotA?lamo, el gran regulador cibernA�tico de los instintos, las hormonas, los neurotransmisores quA�micos, etc. La funciA?n de todos estos circuitos cerebrales que, de un modo u otro, intervienen en el enamoramiento, estA? mediada por transmisores, que son dopamina, opioides, serotonina y factor neural de crecimiento.
Enunciado todo este panorama, podemos tratar de explicarnos lo que acontece en el cerebro del enamorado y sus consecuencias. Recordemos que el cerebro no es un mueble con cajoncitos de funciones concretas e individuales, como podrA�a pensar un profano en Neurociencia. AsA� que, de cuanto decimos, una parte estA? demostrada experimentalmente y otra es razonablemente deducida de nuestra experiencia y conocimiento general del cerebro. Hoy dA�a, disponemos de instrumentaciones cada vez mA?s incisivas en el registro de la actividad cerebral, como la PET funcional (tomografA�a por emisiA?n de positrones), la RMf (resonancia funcional), la magnetoencefalografA�a, las estimulaciones cerebrales y otras.
El enamorado, en plena pasiA?n desbordada, activa las A?reas del cerebro emocional, le suben los niveles de dopamina y de pA�ptidos opiA?ceos, y estA? poseA�do de una felicidad indescriptible. No atiende a razones y sA?lo se satisface junto a la persona amada, que, para otros, puede ser un personaje corriente e incluso detestable en ocasiones. No en balde existe el refrA?n a�?el amor es ciegoa�?.
El hipotA?lamo exacerba el impulso sexual y los enamorados quieren poseerse, copular, casi fundirse el uno en el otro.
Al tiempo que sucede todo lo anterior, el cerebro del enamorado tiende a desactivar las A?reas de conexiA?n, o de la razA?n, para entendernos, y esto da explicaciA?n a los dichos populares que consideran enajenado a quien estA? en esta circunstancia. DecA�a Zaratustra que a�?hay algo de locura en el amora�?, y son expresiones populares aquellas de que a�?el amor es locoa�? y que a�?con el amor se pierde el juicioa�?. En EspaA�a, la reina doA�a Juana fue apodada a�?la locaa�?, por su enamoramiento obsesivo hacia su esposo don Felipe, a�?el hermosoa�?, y su historia fue vertida al cine como Locura de amor.
Otro hecho curioso es que, en las primeras fases del enamoramiento, la serotonina (5 hidroxi-triptamina) desciende a niveles similares a los que tienen los pacientes con TOC (trastorno obsesivo compulsivo). Y es que el enamorado es sumamente obsesivo en la relaciA?n y uniA?n con el sujeto amado.
Si el enamorado es abandonado, sufre de desamor o mal de amores, y las mismas A?reas cerebrales que le dieron alegrA�a exultante, lo hunden en el abatimiento, la reacciA?n de duelo y la ansiedad. Las sustancias neurotransmisoras, antes con elevados niveles, se tornan en retirada y sA?lo encuentra ayuda en los tranquilizantes, cuando no, por desgracia, en el alcohol.A� Es otra forma de perturbaciA?n, porque las A?reas de la razA?n y el buen juicio siguen aletargadas por un tiempo, variable de unos casos a otros.
Cuando los enamorados cesan en su pasiA?n irracional, pero permanecen juntos, van madurando en un tipo de amor distinto, con mA?s lazos afectivos que los propiamente corporales, con cariA�o y ternura, y dan paso a la activaciA?n permanente y menos intensa de otras A?reas cerebrales, a veces prA?ximas a las anteriores del enamoramiento, o solapadas con ellas en parte. Algunas zonas son distintas, como la parte mA?s anterior o ventral del giro cingular y unas agrupaciones de cA�lulas del tronco cerebral, que configuran la sustancia gris periacueductal.
Este estado de amor, parecido en lo cerebral al llamado a�?amor maternoa�?, se nutre de sustancias neuromoduladoras, tambiA�n controladas por el hipotA?lamo. Son la oxitocina y vasopresina, que en ciertas situaciones, como el orgasmo y el parto, son vertidas abruptamente a la sangre a�?.
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